El Instituto de Investigación Sant Pau (IR Sant Pau) ha liderado un proyecto multicéntrico que redefine qué se considera un rendimiento cognitivo normal. El trabajo, desarrollado en colaboración con el Hospital Clínic de Barcelona, el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander y la fundación CITA-Alzheimer de San Sebastián, ha dado lugar a dos artículos científicos complementarios publicados en la revista Alzheimer’s & Dementia: Diagnosis, Assessment & Disease Monitoring (DADM), que establecen nuevas referencias cognitivas basadas exclusivamente en personas sin patología amiloide y demuestran su capacidad para mejorar el diagnóstico precoz.
Esta iniciativa surge en un momento clave para la práctica clínica. La llegada de los tratamientos modificadores de la enfermedad exige identificar con una precisión creciente a los pacientes que se encuentran en fases muy iniciales, cuando la intervención es más eficaz y segura. Sin embargo, la neuropsicología tradicional afronta una dificultad fundamental: determinar qué significa realmente «rendimiento normal» en personas mayores, teniendo en cuenta que parte del declive asociado a la edad puede confundirse con cambios propios de la fase preclínica del Alzheimer. El proyecto responde a esta necesidad redefiniendo las referencias cognitivas con herramientas avanzadas y datos procedentes de poblaciones rigurosamente seleccionadas, lo que permite situar con mayor exactitud el umbral entre envejecimiento saludable y deterioro real.
En la primera parte del proyecto se desarrollaron por primera vez referencias neuropsicológicas basadas exclusivamente en personas sin biomarcadores de enfermedad de Alzheimer y utilizando modelos estadísticos avanzados, teniendo en cuenta la edad, el nivel educativo y el sexo. Esta combinación, que hasta ahora solo se había aplicado parcialmente en algunas pruebas concretas, se utiliza por primera vez de manera simultánea y en una batería tan amplia de pruebas neuropsicológicas, lo que representa un avance metodológico relevante a escala internacional. Este planteamiento permite definir con mayor precisión qué puede considerarse un rendimiento cognitivo realmente normal en el envejecimiento. Al excluir a personas que ya presentan amiloide en fase preclínica —todavía sin síntomas— se evita que este ligero descenso asociado a la patología se confunda con envejecimiento saludable.
La creación de estas nuevas referencias se basó en una cohorte de casi 800 adultos cognitivamente sanos y en modelos estadísticos avanzados capaces de describir con detalle cómo influyen la edad, la escolarización y el sexo biológico en cada dominio cognitivo. Este enfoque permitió identificar diferencias sutiles, pero relevantes, entre hombres y mujeres, así como efectos no lineales de la edad y de la educación que los métodos anteriores no podían detectar, aumentando de forma notable la precisión de las evaluaciones.
Paralelamente, el equipo desarrolló una calculadora clínica que permite obtener puntuaciones ajustadas de manera rápida y precisa, facilitando la interpretación individualizada de cada caso en las consultas de memoria. Aunque no está destinada al público general, la herramienta está concebida para que todos los profesionales que evalúan a pacientes con sospecha de deterioro cognitivo puedan utilizarla como apoyo diagnóstico, promoviendo una aplicación homogénea de los nuevos valores de referencia en la práctica clínica.
Tal como explica la Dra. Sara Rubio-Guerra, investigadora del grupo de Neurobiología de las Demencias, neuróloga de la Unidad de Memoria de Sant Pau y primera autora del estudio, «una parte esencial del diagnóstico es definir bien qué entendemos por normalidad cognitiva. Si este punto de referencia no es preciso, podemos pasar por alto alteraciones muy iniciales o, por el contrario, generar dudas en personas completamente sanas. Estas nuevas normas nos permiten interpretar el rendimiento con mayor exactitud y distinguir mejor entre envejecimiento saludable y los primeros cambios asociados a la enfermedad».
En la segunda parte del estudio se llevó a cabo el análisis de una muestra de más de 2.400 personas sin demencia, que demuestra que la aplicación de estas nuevas referencias mejora de manera sustancial la capacidad de identificar alteraciones cognitivas muy leves. Las nuevas referencias permiten detectar antes uno de cada cinco casos de deterioro cognitivo incipiente que anteriormente pasaban desapercibidos.
Los datos confirman que este grupo no representa variabilidad cognitiva propia del envejecimiento. Estas personas muestran tasas elevadas de biomarcadores de Alzheimer y una evolución cognitiva más rápida en los análisis longitudinales, lo que indica que se encuentran efectivamente en una fase inicial de la enfermedad. Detectarlas antes permite orientar de manera más precisa el estudio diagnóstico y decidir cuándo es necesario ampliar la evaluación con biomarcadores.
En contraste, el número de personas que las nuevas normas clasificarían como alteradas sin que exista evidencia biológica de enfermedad es muy reducido, en torno al 3 %, y en la mayoría de estos casos los biomarcadores son negativos. Esto minimiza el riesgo de sobrediagnóstico y evita someter a personas sanas a exploraciones innecesarias.
Según el Dr. Ignacio Illán-Gala, investigador del grupo de Neurobiología de las Demencias del IR Sant Pau, neurólogo de la Unidad de Memoria de Sant Pau y autor sénior del trabajo, «el diagnóstico precoz es clave en la era de los nuevos tratamientos modificadores de la enfermedad. Detectar antes estos casos incipientes significa poder ofrecer terapias en el momento en que son más eficaces y seguras». El neurólogo destaca que la neuropsicología actúa como «una puerta de entrada al estudio diagnóstico», especialmente cuando las quejas de memoria son muy sutiles y la decisión de solicitar biomarcadores requiere saber con precisión si existe un deterioro real. «Con valores de referencia más exactos podemos saber mejor a quién es necesario ampliar el estudio y a quién podemos tranquilizar, evitando tanto sobrediagnósticos como la pérdida de oportunidades terapéuticas», añade.
Con ello, el proyecto consolida el liderazgo del IR Sant Pau en el desarrollo de biomarcadores y herramientas de precisión, y establece las bases para futuras mejoras a medida que se identifiquen marcadores para otras enfermedades neurodegenerativas en fases preclínicas.