La suplementación con vitamina D puede tener efectos que van mucho más allá del metabolismo óseo. En pacientes con cirrosis descompensada, corregir el déficit de esta vitamina se asocia con mejoras en la fragilidad, la fuerza muscular, la inflamación y las funciones cognitivas, especialmente la memoria de trabajo. Así lo constatan dos artículos publicados recientemente en las revistas científicas Medical Sciences y Nutrients, en el marco de una colaboración multidisciplinar e internacional coordinada desde el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y el Hospital de Sant Pau.
Los trabajos han sido liderados por los Servicios de Patología Digestiva del Hospital Gregorio Marañón y del Hospital de Sant Pau-Instituto de Investigación (IR) Sant Pau y la Escuela Universitaria de Enfermería Sant Pau, en el marco de una colaboración entre grupos del CIBERehd y del CIBERSAM y la Universidad de Melbourne (Australia). Los estudios han contado con el apoyo de la Comisión Europea y del Instituto de Salud Carlos III.
El primero de los estudios, publicado en la revista Medical Sciences, demostró que la suplementación con vitamina D, como parte de una intervención nutricional multifactorial, mejora significativamente la fragilidad y la fuerza y masa muscular en pacientes con cirrosis descompensada y déficit de esta vitamina.
El estudio incluyó a 39 pacientes que habían sido recientemente hospitalizados por complicaciones relacionadas con la cirrosis hepática. Una vez confirmados los niveles bajos de vitamina D, se inició un tratamiento con suplementos siguiendo las recomendaciones clínicas vigentes, así como con otros micronutrientes si era necesario. Durante doce meses, los investigadores evaluaron el impacto de esta intervención sobre la fragilidad (índice de Fried), la fuerza de prensión, la composición corporal y la calidad de vida.
«Nuestro grupo de investigación lleva años estudiando la fragilidad en la cirrosis. Sabíamos que el déficit de vitamina D era muy frecuente en pacientes con cirrosis avanzada, pero hasta ahora no había evidencia sólida sobre si tratarlo tenía un impacto clínico real en la fragilidad», explica el Dr. Germán Soriano, investigador del grupo de Patología Digestiva del IR Sant Pau y jefe clínico del Hospital de Sant Pau, uno de los autores correspondientes del estudio.
A los seis meses, los pacientes mostraron una mejora significativa en el índice de fragilidad de Fried y un aumento sostenido de la fuerza muscular durante todo el año de seguimiento. A los doce meses, también se observó un incremento en la masa magra y grasa. «Lo más relevante es que no solo mejoraron los parámetros bioquímicos y nutricionales, sino también variables clínicas y funcionales, como la fuerza de prensión, el nivel de ansiedad y la calidad de vida», señala el Dr. Soriano. «Esto tiene implicaciones importantes para el bienestar y la autonomía de estos pacientes».
El estudio, de carácter observacional, pone de relieve una estrategia de bajo coste y fácil aplicación para mejorar la situación funcional de personas con enfermedad hepática avanzada, un colectivo especialmente vulnerable. «Mejorar la fragilidad puede reducir el riesgo de nuevas hospitalizaciones, caídas y mortalidad. Incorporar la evaluación y el tratamiento del déficit de vitamina D en el manejo clínico habitual de estos pacientes podría marcar una diferencia significativa», concluye el Dr. Soriano.
El segundo estudio, publicado en la revista científica Nutrients, demostró que la suplementación con vitamina D puede mejorar la función cognitiva y reducir los niveles de inflamación en pacientes con cirrosis descompensada. Esta es una de las formas más graves de la enfermedad hepática crónica, y se caracteriza por inflamación crónica, disminución de las defensas del sistema inmune y, a menudo, una alteración de las funciones cognitivas. Ante este contexto, los investigadores plantearon la hipótesis de que el déficit de vitamina D —muy frecuente en estos pacientes— podría contribuir a empeorar estas disfunciones.
«Nuestros datos apuntan a que la vitamina D juega un papel clave en la regulación de la inflamación y el rendimiento cognitivo en pacientes con cirrosis avanzada», explica la Dra. Rita García-Martínez del Hospital Gregorio Marañón, que ha liderado el proyecto en este hospital.
El estudio incluyó a 39 pacientes con cirrosis descompensada y déficit de vitamina D. Veintisiete completaron un seguimiento de seis meses y 22 llegaron al control de los doce meses. A todos se les administró un suplemento oral diario de vitamina D con el objetivo de alcanzar niveles adecuados de esta vitamina en sangre.
Los resultados muestran que los pacientes con niveles más bajos de vitamina D presentaban una peor función cognitiva, sobre todo en tareas que implican memoria de trabajo y aprendizaje. Asimismo, los pacientes con niveles más altos de marcadores inflamatorios como la citocina IL-1β también presentaban un peor rendimiento cognitivo en tareas de velocidad de procesamiento y atención. Tras la suplementación, no solo se observó una mejora significativa del rendimiento cognitivo, sino también una reducción de los niveles de algunas citocinas proinflamatorias como IL-1β e IL-6. «Estos datos refuerzan la vinculación entre la inflamación sistémica y las alteraciones cognitivas en la cirrosis, lo que abre la posibilidad de intervenciones terapéuticas en este sentido» indica el Dr. Rafael Bañares, médico del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Gregorio Marañón. En la misma línea, la Dra. García-Martínez indica que la vitamina D «podría convertirse en una herramienta terapéutica segura, asequible y de fácil administración para prevenir complicaciones comunes en pacientes con enfermedad hepática avanzada».
Los resultados de estos dos estudios ponen de relieve la necesidad de no infravalorar los déficits vitamínicos en pacientes con cirrosis, especialmente en fases descompensadas de la enfermedad. La suplementación con vitamina D se presenta como una estrategia de bajo coste, accesible y segura, con un impacto potencial en la calidad de vida, la autonomía funcional y el pronóstico clínico de estos pacientes.
Los investigadores también han incorporado el análisis con perspectiva de género, detectando algunas diferencias en la respuesta clínica a la suplementación. «Es fundamental tener en cuenta el sexo y el género en el abordaje clínico. En este caso, tanto las mujeres como los hombres mejoraron claramente en la fuerza muscular. Esto indica que la suplementación es beneficiosa en ambos géneros», destaca el Dr. Soriano.
Los investigadores defienden la necesidad de incluir la determinación sistemática y el tratamiento del déficit de vitamina D en los protocolos de seguimiento de los pacientes con cirrosis descompensada, como una herramienta complementaria para mejorar su funcionalidad, bienestar y evolución clínica. «Nuestros resultados invitan a incorporar esta práctica de manera rutinaria, como un recurso adicional y efectivo en la atención integral de estos pacientes», concluye la Dra. García-Martínez.